Las conductas de la “Peripandemia”

Los instintos manejan cuestiones que implican nuestras decisiones. Pero a veces puede desbocarse. Así se comienzan a observar síntomas aumentados de los mismos en la «peripandemia».

Estos problemas afectan las conductas agresivas, los temores, la alimentación, la sexualidad y el sueño entre otras cuestiones.

La «peripademia» es un neologismo que implican las circunstancias  que rodean a una pandemia globalizada pero que parece en vías de extinción o transformarse en una endemia crónica,  es decir una enfermedad más bastante más controlable.

El Hombre presenta instintos básicos de supervivencia que comparte con los mamíferos superiores. Esto se sabe desde el comienzo del siglo pasado. Así, se enseña que tenemos emociones básicas a las que muchos memorizan como las “las cinco C “: correr ( miedo), combatir ( agresividad), copular ( sexualidad) y comer ( alimentación) control térmico conductual (por ejemplo abrigarnos o desabrigarnos ante el frío o el calor respectivamente).

Estas funciones son esencialmente cerebrales  subcorticales.  Permiten sobrevivir desde los humanos  a mamíferos inferiores como los ratones; también a nuestros primos  los chimpancés, bonobos y orangutanes (99 por ciento genéticamente iguales a nosotros).

Actualmente,  se ha descripto otros instintos esenciales para la supervivencia. Por ejemplo fue observado el reconocimiento espacial de ciertas neuronas (podríamos llamarla conciencia primitiva  del espacio)  descripta por los premios nobel de medicina del año 2014 como un GPS interno. Y que no sólo se observan  en mamíferos, sino en insectos. Es decir que muchos de los institutos básicos van mucho más atrás evolutivamente.

 Así, las abejas pueden volver al panal muy lejano y además evitar colisiones .O los pájaros que se anticipan muy precozmente a una migración  preparándose para migraciones muy lejanas. Asimismo, la evaluación del tiempo es reconsiderada en los animales. Por ejemplo, aprender determinado camino (como el de las aves)  implica una toma de decisión a largo plazo muy elaborada (Que además implica también un complejo programa espacial, además de temporal).

Así, el desplazamiento nómade, que representa en nuestra especie el 95 por ciento de nuestro tiempo sobre el mundo pudo haber estado relacionado con lo espacial. Por lo tanto, programación de tiempo y espacio se agregan a los cinco instintos básicos (“las cinco c”)  mucho antes descriptos por los neurólogos cognitivos.

Cualquier pérdida de estas funciones instintivas puede  ocasionar la desaparición de una especie. Los evolucionistas plantean que cinco veces  se ha  perdido la especie dominante en la historia del mundo (5000 millones de años), por diferentes eventos. El más conocido es la desaparición de los dinosaurios; a los que los mamíferos les ganamos la lucha evolutiva.

El homo sapiens tiene en el mundo un  tiempo muy corto, correspondiente en escala  a aproximadamente 2 meses de vida; si el Universo tuviera por ejemplo 14 años (tiene en realidad 13.700 millones de años)   entonces la tierra tendría sólo  5 años (en realidad tiene 5.000 millones de años).

Es decir que somos una especie muy reciente, con muy poca tiempo y experiencia evolutiva. Para nada dominantes de la situación ambiental y quizá muy poco de nuestros propios instintos.

De hecho ya una la especie de hombre desapareció  de la faz de la tierra: El Hombre de Neandertal. Que siendo pensante y similar a nosotros. Y descendiente del Homo Erectus  (al igual que el humano), aparece en Europa a diferencia del sapiens que nace en África y luego se extingue.

Sin embargo compartimos con ellos aproximadamente 30.000 años en Europa y Asia, cuando migramos hacia esos lares. EL Neandertal tenía capacidad simbólica, lenguaje y destreza manual. Además de la  capacidad para aparearse y reproducirse con el humano aunque con algunas dificultades (quizá podría caracterizarlos como a una misma especie)

Esto llevó a que tengamos el tres por ciento del material genético de nuestro genoma compartido con ellos.

Es decir que el humano sapiens descendiente  del Homo Erectus al igual que el Neandertal terminó ganado la competencia evolutiva contra este último.

Sea por ser el Neandertal  menos sociable (gregario) o porque no supo cazar presas como el hombre sapiens (pues se acercaban mucho a la presa herida y eran lastimados). O  simplemente porque  perdieron la guerra evolutiva (contienda quizá no tan metafórica) con el humano.

Cualquiera sea el motivo evolutivo, fue clave para poder sobrevivir sobre el Neardental. Posiblemente otra función instintiva sea la sociabilidad. Pues la conducta gregaria parece habernos ayudado a cazar, defendernos, soportar las glaciaciones y guerrear. Por sobre otras especies de hombres.

Podría pensarse que la capacidad empática de agregarse socialmente  (empatía )podría haber sido nuestro octavo instinto. Entonces,  a través de los gestos, la risa, la música, el llanto y el lenguaje primitivo se fue constituyendo una posibilidad de unión de pequeños grupos de hombres en la edad de piedra más antigua. Comunidades pequeñas de veinte o treinta personas, que habrían sido sustanciales para permanecer en el proceso que  nos dejó sobrevivir a otros homínidos.

Estos  institutos básicos serían, en un principio, los que nos dejaron sobrevivir. Pero cuidado, que quizá algunos de ellos sea paradojal (sirvieron en el comienzo pero luego son perjudiciales)

Especialmente el de combatir (agresividad), pues la sobrepoblación del mundo y el sedentarismo, nos ha llevado a la situación de dominio del territorio. Base de la propiedad y las guerras consecuentes. Esto podría conducirnos nueva extinción de un ser biológico dominante en el mundo.

Debemos entender que la «peripademia» es neologismo que genera un entendimiento de circunstancias nunca antes acaecidas que agrandan los instintos de supervivencia en una sociedad globalizada desde lo sanitario y  lo comunicacional.

Luis Ignaco Brusco
Neurólogo Cognitivo y doctor en Filosofía. Prof. Titular  UBA .